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El observador

La capacidad de “darnos cuenta” nos transforma en “observadores”.

Testigos de lo ocurre dentro y fuera de nosotros. Fuera, el mundo es cambiante, basta observar las estaciones del año. También cambian nuestros estados de ánimo, a momentos más serenos y alegres, en otras ocasiones, tristes o angustiados. En esta vida, todo cambia y es pasajero.

¿Cómo transformarnos en “observadores”? Tan sencillo como respirar. La respiración es un proceso inconsciente; respiramos y no nos damos cuenta. Cierra los ojos y enfoca tu atención en las fosas nasales. Siente tu respiración natural, nota como el aire fluye sin que hagas ningún esfuerzo; permanece unos instantes atento a ese fluir suave y rítmico. Experimenta como, además de situarte totalmente en el ahora, la conciencia de tu respiración te ha transformado en un observador, en testigo de este proceso continuo y espontáneo.

Los animales responden instintivamente a los estímulos, es pura acción-reacción. Los seres humanos tenemos el don de la conciencia, que nos permite darnos cuenta, observar y decidir como reaccionar. El observador nos capacita para gestionar nuestro mundo interno, y decidir como actuar en el mundo externo. Todo un regalo de libertad.

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