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El poder de la atención

Puede ser que en estos días de confinamiento nuestra mente divague, “viajando” al pasado con recuerdos que nos producen nostalgia y tristeza, o yendo al futuro con pensamientos que quizá nos inspiren miedo, angustia y agitación. Parece que la mente se adueña de nosotros, y se convierte en nuestra peor enemiga.

Para hacer de nuestra mente una amiga, disponemos de una facultad sutil que nos conecta con el mundo. Esta facultad es la atención, un proceso de nuestro cerebro que proporciona los mecanismos en los que subyacen la conciencia, el conocimiento del mundo y de nosotros mismos, y la regulación voluntaria de nuestros pensamientos y sentimientos.

El poder de la atención reside en hacernos presentes en el momento presente. Cuando nos enfocamos en lo que hacemos a través de la información que nos proporcionan los sentidos (comer, leer, escuchar música, cocinar, hacer ejercicio, trabajar…) nos situamos en el “eterno ahora”. El tiempo es algo mental, y como dice el evangelio: “a cada día le basta su afán” (Mt 6,24). Y confiar que todo pasará.

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