

El sábado 20 de septiembre nos reunimos en nuestra casa albergue de Villanueva de Alcardete “Nuestra señora de la Piedad”, en Toledo, las hermanas y las personas vinculadas a las obras de la congregación, por primera vez en la península, en una jornada que proponía ser una formación en torno al Cántico de las Criaturas. con. Fue un evento “hermoso y entusiasmante”, en palabras de Alicia García Lázaro, nuestra superiora general.
No solo descubrimos un poco más sobre este maravilloso poema, sino que la convivencia dio paso a momentos de reflexión, diálogo e incluso a la interpretación del himno “Paz y bien”. Todo ello impregnado del espíritu franciscano que se respiraba en cada rincón de la casa.
En el inicio de la jornada, el fraile Víctor Herrero de Miguel nos invitó a la reflexión desde muchos ángulos, siempre con la “lupa de Francisco”. Hace 800 años, él nos regaló uno de los poemas más bellos y universales de la espiritualidad cristiana: el Cántico de las Criaturas. No es solo un himno a la naturaleza, también es un espejo de la vida y una brújula que nos puede orientar en nuestro propio camino.
Francisco, en su sencillez, supo transformar la experiencia de la vida —con sus luces y sus sombras— en un canto de gratitud, delicadeza y alegría. El Cántico no pertenece solo a la tradición franciscana: es un poema para todos, una invitación abierta a descubrir lo divino en lo cotidiano.
Así mismo, Víctor nos recordó que Francisco nos comparte en este cántico cuatro actitudes que, aún hoy, son guía para nuestra existencia:
- Celebremos la gratuidad de la vida: vivir es un regalo inmenso.
- Demos gracias: la gratitud nos abre los ojos a lo que realmente importa.
- Seamos delicados: en un mundo que hiere, la delicadeza es resistencia y esperanza.
- Vivamos con alegría: no como un simple sentimiento, sino como una forma de abrazar la vida con confianza.
Dentro de cada persona habita un misterio profundo: con una mano podemos acariciar, pero también herir. Francisco nos recuerda que está en nuestras manos decidir ser bondadosos, elegir siempre el camino de la paz.
La vida es una aventura que nunca se agota. Francisco la vivió intensamente, con todo su dolor y toda su belleza. Por eso, al final de sus días, brotó de su corazón el Cántico de las Criaturas: un canto donde lo inmenso y lo pequeño se encuentran, enhebrados con la misma aguja.
800 años después, celebrar el Cántico de las Criaturas hoy es dejarnos tocar por la mirada luminosa de Francisco. Es recordar que la vida, en su sencillez, nos invita siempre a agradecer, a cuidar, a sonreír y a vivir con el corazón abierto.
La jornada concluyó en torno a la mesa, en una agradable comida preparada con cariño por las cocineras del centro de Villanueva. Compartir ese momento fue un signo de fraternidad y alegría, viviendo la sencillez, la gratitud y la fiesta de la vida.
Volvimos todos y todas con muy buenas sensaciones y con la esperanza de poder repetirlo el año que viene.
