En Navidad volvemos a Belén y también a Greccio, donde Francisco de Asís hizo memoria viva de la pobreza y penuria en la que nació Jesús. Dios ha nacido pequeño, humilde, indefenso… colocado en un pesebre. Dios débil, humilde, misericordioso… que quiere compartir nuestras debilidades.
Contemplemos un año más este misterio sublime. Hagamos silencio con el deseo de escuchar, entender e imitar.
Que la alegría de la Navidad y la luz llenen nuestras vidas de amor, esperanza y generosidad, hoy y siempre.
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