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¡Hoy comienza el Adviento!

Hoy comienza el Adviento, cuatro semanas de espera y de preparación a la Navidad. ¿Qué significa esperar a Dios? ¿Por qué ahora?

Año tras año, nos surgen las mismas preguntas con la llegada de este tiempo de búsquedas y sueños. Hablar de espera tiene un punto contracultural hoy en día. No estamos acostumbrados a esperar. Llevamos décadas viviendo al día. Llevamos años asistiendo, con una mezcla de admiración, interés y sorpresa, a la capacidad de la técnica para reducir las distancias y los tiempos.

Y ante todo esto que hemos vivido los últimos años, durante los últimos meses, hemos vivido otra experiencia compartida de conexión y soledad al mismo tiempo. Hemos ejercitado la “paciencia” y sentido una nueva cercanía con nuestro núcleo de vida fundamental.

¿Quién espera a Dios?

Y en medio de todo esto, ¿quién espera a Dios? Porque de eso va la espera del Adviento. Son tantas las promesas efímeras, brillantes, cotidianas y quizás comprensibles que estos días nos asaltan, que no tenemos mucho tiempo para dedicarle a otra promesa, la de Dios-con-nosotros.

Esperar a Dios no es algo fácil. Porque, ¿de qué se trata? ¿Es esperar los momentos de celebración? ¿La Misa del Gallo, el belén, los villancicos cargados de evocaciones infantiles, los relatos sobre el nacimiento de un niño en un portal, historias que podríamos repetir con los ojos cerrados?

Lo sorprendente del Dios de Jesús y su Evangelio es que constantemente nos desinstala, nos pone ante encrucijadas nuevas, y hace que la propia vida se ilumine de forma distinta. En ocasiones esa novedad es exigencia, o reto, o un toque de atención sobre algo que necesita reforma en nuestra vida. En otras ocasiones, es una palabra de amor que necesitábamos escuchar, o luz sobre una manera de ver el mundo. Y en otras ocasiones tiene que ver con que descubrimos algo distinto en Dios. El que toda la vida cree en Dios como creía a los cinco años tiene un problema.

Intentemos vivir este tiempo con profundidad y que sea una ayuda en el aprendizaje del gran valor del Adviento: la esperanza. Que todo ellos nos haga más fuertes y nos cohesione en todas nuestras facetas de la vida, incluida la de grupo como comunidad educativa.

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